
Las formulaciones tópicas son el enfoque de tratamiento más utilizado para la administración ocular de fármacos. En el tratamiento de infecciones, es de vital importancia aplicar estrategias que permitan mejorar el tiempo de permanencia y la biodisponibilidad.
EI ojo constituye uno de los órganos de los sentidos más complejos y sofisticados. Debido a su anatomía especialmente diseñada para permitir el paso de la luz y proporcionar protección frente a agentes externos, se comporta como un complejo sistema con numerosas barreras que se oponen a la penetración de fármacos en su interior.1
La administración tópica de medicamentos representa un papel importante en el tratamiento de patologías oculares. Cada una de las vías de administración cuenta con ventajas e inconvenientes; no obstante, la baja biodisponibilidad del fármaco en el lugar de acción es un aspecto crítico común en todas ellas.2
Por ello, el agregado de excipientes en las formulaciones y el desarrollo de nuevos sistemas de administración ocular son herramientas fundamentales para lograr que el fármaco esté disponible en el lugar adecuado, en una concentración suficiente y durante el tiempo preciso para producir el efecto deseado.
La lágrima natural es la barrera más importante para la absorción de fármacos por vía tópica. Los mecanismos que reducen drásticamente la concentración efectiva del mismo en el lugar de acción son el drenaje a través del conducto nasolagrimal, la unión de proteínas con la molécula y el recambio lacrimal continuo (1 ml/min).
Entre las estructuras del ojo que actúan como barrera, la principal es la córnea. Junto con la película lagrimal, proporciona una superficie refractiva adecuada para ser ópticamente funcional. Es la principal vía de absorción de fármacos por vía tópica ocular y se compone de seis capas diferentes. Debido a la naturaleza de las mismas, la absorción de los fármacos a nivel corneal está fundamentalmente condicionada por su balance hidrofilico/lipofilico.
Por último, las barreras hematooculares protegen al ojo de las sustancias circulantes en la sangre y, por tanto, impiden el acceso de muchos fármacos administrados por vía sistémica hacia el interior del ojo. Se distinguen dos tipos de barreras, la barrera hematoacuosa y la barrera hematorretiniana.
Las formulaciones tópicas son el enfoque de tratamiento más utilizado para la administración ocular de fármacos. Para superar las desventajas de esta administración se puede mejorar el tiempo de permanencia en la córnea mediante el uso de potenciadores de la viscosidad y agentes mucoadhesivos. Si bien las formas farmacéuticas de baja viscosidad tienen mayor aceptación por parte del paciente, aumentar la viscosidad de las formulaciones incrementa el tiempo de retención y mejora la biodisponibilidad del fármaco, lo que permite una menor frecuencia de instilación. Para lograrlo, se utilizan polímeros y biopolímeros naturales y sintéticos, los cuales provocan una eliminación más lenta del fármaco.

Figura 1. Vías de administración ocular frecuentes
Los antibióticos son un grupo de medicamentos de uso popular en la administración oftálmica debido a las múltiples enfermedades oculares locales que ocurren frecuentemente (entre ellas, conjuntivitis, queratitis microbiana y disfunción de las glándulas de Meibomio). Las terapias antibacterianas pueden administrarse en el ojo por administración tópica, intraocular o subconjuntival. Las tetraciclinas, las fluoroquinolonas, los aminoglucósidos y las penicilinas son ejemplos de antibióticos comúnmente utilizados. Sin embargo, la resistencia bacteriana puede atentar contra el éxito terapéutico.
La resistencia antimicrobiana es la capacidad de las bacterias para resistir el efecto de la administración. Esta limitación de la eficacia está provocada por el mal uso del antibiótico y el uso excesivo de este grupo de medicamentos.
De hecho, la administración oftálmica de antibióticos tiene como objetivo disminuir la frecuencia de administración y dosificación, mejorando las formas farmacéuticas actuales y desarrollando otras nuevas.
En cuanto a la terapia antibiótica en forma de gotas oftálmicas, una de las estrategias más comunes para mejorar la biodisponibilidad, la penetración en los tejidos y el tiempo de residencia sobre la superficie ocular es el agregado de excipientes. Por ejemplo, el cloruro de benzalconio, si bien es un conocido conservante, también actúa como un agente potenciador de la penetración debido a sus propiedades surfactantes.
Los agentes viscosantes, al aumentar la viscosidad de las soluciones, mejoran el tiempo de permanencia y la biodisponibilidad de los fármacos, como es el caso de los polímeros derivados de la celulosa. Adicionalmente, estos polímeros presentan características mucoadhesivas, lo cual hace posible que se generen interacciones con la mucosa ocular y se prolongue la permanencia.3
También se pueden utilizar ciclodextrinas para permitir la inclusión de moléculas lipofílicas en su interior y disminuir la irritación local luego de la administración de formulaciones que tienen baja tolerabilidad.
En cambio, si la terapia antibiótica puede verse beneficiada por formas semisólidas, que permiten la aplicación en la conjuntiva o en los párpados, los más utilizados son los ungüentos, principalmente aquellos tienen una base oleosa (lipofilica) que retrasa la evaporación de la humedad. Es el caso de la vaselina blanca y liquida que tienen un largo tiempo de permanencia sobre piel o mucosas sin secarse. Otros tipos de bases utilizadas en los ungüentos se caracterizan por su adsorción, por ser lavables o solubles en agua, pero tienen ciertas limitaciones, como causar molestias por efecto osmótico o irritación ocular.
A diferencia de las gotas oftálmicas, el uso de ungüentos permite disminuir la eliminación de la droga de la película lagrimal y aumenta la permanencia sobre la superficie ocular. Dado que su aplicación puede causar cierta visión borrosa, se suele utilizar por la noche, complementando las instilaciones diurnas.3
Debido a las barreras oculares mencionadas anteriormente, aquellas patologías del segmento posterior usualmente requieren administración sistémica. La administración oral es sencilla para el paciente, pero también está limitada por la biodisponibilidad del antibiótico y su capacidad de atravesar las barreras hematooculares, según su peso molecular y lipofilicidad.
Los últimos avances sobre sistemas de liberación y distribución de antibióticos oftálmicos también proponen el uso de lentes de contacto terapéuticas. Esta técnica consiste en impregnar las lentes de contacto rígidas permeables al gas (RGP) con algunos fármacos, tales como corticoides, antibióticos o inmunomoduladores. De esta forma, se pueden utilizar como un contenedor que puede aumentar la penetración o controlar su liberación.
Otros métodos que permiten la liberación de forma controlada incluyen insertos oculares, sistemas coloidales que abarcan liposomas, nanopartículas, niosomas, nanoemulsiones y microemulsiones; y sistemas de gelificación in situ, que permiten controlar la fuerza mucoadhesiva, la viscosidad de la formulación y aumentar la biodisponibilidad.
Las nuevas formulaciones oftálmicas también incluyen sistemas de gelificación in situ. Son adecuadas para fármacos hidrofilicos o lipofilicos, tienen la capacidad de dirigirse a un sitio específico y pueden administrarse por diferentes vías. Con los excipientes adecuados, son capaces de aumentar el tiempo de residencia precorneal y disminuir la eliminación de fármaco por drenaje lagrimal. Diferentes polímeros, métodos de prepa- ración y composiciones permiten que las formulaciones respondan a una necesidad de mucoadhesión, administración tópica, periocular o intraocular, y que sean estables, eficaces y no irritantes para el paciente.3
Numerosos estudios exploraron la posibilidad de disminuir los efectos secundarios de la barrera ocular prolongar la permanencia de los fármacos, mejorar la biodisponibilidad de las sustancias activas y potenciar la penetración ocular. Algunos antibióticos que se utilizan en cirugías oculares, enfermedades del segmento anterior y del segmento posterior están siendo estudiados con diversos sistemas de administración. No hay dudas de que, en los próximos años, el desarrollo de fármacos y nuevas formulaciones y sistemas de administración permitirá disminuir la frecuencia de administración, la dosificación del fármaco y mejorará el cumplimiento por parte del paciente.
Referencias: 1) Agrahari, V., Agrahari, V., Mandal, A., Pal, D., Mitra, A. K. (2017). How are we improving the delivery to back of the eye? Advances and challenges of novel therapeutic approaches. Expert opinion on drug delivery, 14(10), 1145-1162. 2) Subrizi, A., Del Amo, E. M., Korzhikov-Vlakh, V., Tennikova, T., Rupanen, M., Urtti, A. (2019). Design principles of ocular drug delivery systems: importance of drug payload, release rate, and material properties. Drug discovery today, 24(8), 1446-1457. 3) Dubaid, M., Bourgeois, S., Andrieu, V., Fessi, H. (2018). Ophthalmic Drug Delivery Systems for Antibiotherapy A Review, Pharmaceutics, 10(1), 10.