El síndrome que padecen los usuarios de terminales de visualización se refiere a una serie de síntomas provocados por operar con pantallas a distancias cortas durante tiempos prolongados. Los estudios destacan que los síntomas oculares más comunes se deben a cambios en la dinámica del film lagrimal.

Durante el 2023 se realizó el primer estudio epidemiológico nacional en Argentina acerca de la prevalencia del ojo seco y los factores de riesgo asociados. En este aspecto, se informó que el 55% de la población total utilizaba pantallas por más de 6 horas diarias y el 42% de ellos fueron diagnosticados con ojo seco.1
La tendencia que ha ido en aumento constante desde la pandemia COViD-19 es reducir el uso de materiales físicos e incrementar las horas de uso de pantallas para la mayoría de las actividades. En la vida cotidiana, el trabajo y el ocio de las personas dependen cada vez más de dispositivos electrónicos como notebooks, celulares, televisores y tablets.
El síndrome visual asociado al uso de computadoras y terminales de visualización es conocido como CVDTS por sus siglas en inglés. Los síntomas son divididos en dos categorías: oculares (fatiga visual, visión borrosa y sequedad ocular) y extraoculares (por ejemplo, dolor muscular de extremidades superiores). El dolor de cabeza también suele incluirse en la primera categoría por su estrecha relación con la fatiga visual.2
Los investigadores proponen que este síndrome puede deberse a diversas razones. Los píxeles de los dispositivos electrónicos son más brillantes en el centro que en los bordes, lo cual resulta en que el ojo humano no tenga la capacidad de mantener el foco en los caracteres formados por píxeles por períodos prolongados, a diferencia de aquellos plasmados en un papel. Adicionalmente, suelen haber cambios en la acomodación y vergencia después de utilizar pantallas.2
Por otro lado, el hecho de concentrarse en el monitor de forma prolongada reduce la frecuencia de parpadeo, alargándose su intervalo, y aumenta la cantidad de parpadeos incompletos, lo cual deriva en una mayor evaporación e inestabilidad lagrimal, menor BUT, hiperosmolaridad y mayor exposición de la superficie ocular. Este proceso suele auto-perpetuarse y empeora con el paso de los años de exposición a pantallas. 3
Las consecuencias de este síndrome visual no solo deterioran la calidad de vida de los pacientes, sino que también impactan en la productividad laboral costando millones de dólares anuales,2,3 lo cual deja en evidencia la necesidad de implementar medidas preventivas para mejorar el confort ocular.

Una revisión publicada recientemente evidenció que el uso de suplementos orales con ácidos grasos omega-3 alivian los síntomas luego de 1,5 a 3 meses de tratamiento. También se concluyó que logran reducir los marcadores de inflamación, principalmente de interleuquinas IL-1B y IL-6. Otras estrategias incluyen el empleo de calor sobre los párpados y gafas que mejoran el microambiente y mantienen la humedad de la superficie ocular.3
En cuanto al tratamiento tópico, los lubricantes oculares mejoran significativamente los síntomas de los usuarios de computadoras, y en menor medida los signos asociados. Se propone que el uso de lubricantes con componentes que refuercen cada una de las capas del film lagrimal representaría la mejor opción para estos usuarios.3
Los polímeros derivados de la celulosa, como la hidroxipropilmetilcelulosa (HPMC), son una excelente opción para los pacientes que prefieren soluciones de viscosidad similar a la lágrima natural para el alivio inmediato y con el confort que el paciente necesita, sin visión borrosa. La mucoadhesión de este polímero junto con dextrán 70, un polisacárido que suele estar presente en las formulaciones con la HPMC, incrementa su retención y favorece la lubricación de la superficie ocular, mejorando su eficacia.4 En este tipo de soluciones es de gran importancia que tanto la osmolaridad como el pH sean óptimos para proveer la máxima comodidad al paciente. Cuando se requiere de opciones de acción prolongada, puede recurrirse a geles oftálmicos a base de carbomer que proveen lubricación sostenida por su viscosidad aumentada, logrando un mayor tiempo de permanencia y menor frecuencia de instilaciones.5
Adicionalmente, otra alternativa terapéutica que ha demostrado mejorar significativamente tanto signos como síntomas mencionados es el uso de secretagogos tópicos. En un estudio realizado en oficinistas usuarios de computadoras se puso en evidencia la eficacia de la suspensión oftálmica de rebamipida 2% para tratar este síndrome visual, caracterizado por inflamación, hiperosmolaridad, pérdida de mucinas y de células caliciformes y daño en el epitelio conjuntival.6 Sin embargo, se debe tener en cuenta que no es esperable que el empleo de un tratamiento farmacológico, como la rebamipida, cause confort inmediato o equivalente a cualquiera de los lubricantes disponibles, ya que el efecto que permite interrumpir el círculo vicioso del ojo seco no se debe a una acción meramente mecánica, sino que consiste en la modificación de la respuesta fisiológica del organismo.
El mecanismo de la rebamipida para aliviar los síntomas de sequedad se basa principalmente en la estimulación de la producción endógena de mucinas que se encuentra disminuida en estos pacientes. Como resultado, el uso de un secretagogo tópico mejora la estabilidad del film lagrimal, reduce la tasa de evaporación durante el uso de pantallas y aumenta de la densidad de células caliciformes, demostrando que puede ser una herramienta útil en la prevención y en el tratamiento, con efectos significativos luego de solo 2 semanas de tratamiento.7
En pocas palabras, el síndrome visual asociado al uso de terminales de visualización es un problema en ascenso en Argentina, conforme el número de usuarios siga aumentando. Se ha explorado una amplia gama de estrategias que se complementan para abordar las alteraciones que la exposición a pantallas genera en la población actual y futura. Es necesario continuar estudiando cuáles son los tratamientos más eficaces y generar recomendaciones basadas en evidencia para prevenir esta afección.
Max Vision – Departamento Médico
Referencias:
- Marini MC, Liviero B, Torres RM, et al. Epidemiology of dry eye disease in Argentina. Discov Public Health. 2024;21:59.
- Shin S, Yang EH, Lee HC, Moon SH, Ryoo JH. The relationship between visual display terminal usage at work and symptoms related to computer vision syndrome. Ann Occup Environ Med. 2023;35:e1.
- Kamøy B, Magno M, Nøland ST, et al. Video display terminal use and dry eye: preventive measures and future perspectives. Acta Ophthalmol. 2022;100:723-739.
- Mysen OMB, Hynnekleiv L, Magnø MS, et al. Review of Hydroxypropyl Methylcellulose in Artificial Tears for the Treatment of Dry Eye Disease. Acta Ophthalmol. 2024;102(8):881-896.
- Khare A, Grover K, Pawar P, Singh I. Mucoadhesive Polymers for Enhancing Retention in Ocular Drug Delivery: A Critical Review. Rev. Adhesion Adhesives. 2014;2:467-502.
- Shimazaki J, Seika D, Saga M, et al. A Prospective, Randomized Trial of Two Mucin Secretogogues for the Treatment of Dry Eye Syndrome in Office Workers. Sci Rep. 2017;7(1):15210.
- Yan YL, Chang JY, Ling XR, Xue CY. Effects of Rebamipide for Dry Eye on Optical Quality and Efficacy: A Systematic Review and Meta-Analysis. J Ocul Pharmacol Ther. 2024;40(10):629-637.